Verme en el presente es un viaje nostálgico y emocionante, un retorno a las memorias que han modelado mi trayectoria en el mundo de las Artes Escénicas. En cada paso que he dado en este camino, he acumulado vivencias que resuenan profundamente en mi ser, definiendo la artista que soy hoy.
A lo largo de este proceso, me reconforta recordar una frase que me acompaña en mis momentos de desánimo: “El futuro es hoy, depende de lo que hacemos en el presente” (Mahatma Gandhi). Esta reflexión me recuerda que cada gesto, palabra y emoción construyen mi esencia diaria, al igual que la disciplina que me acompaña. La siembra de lo más valioso en mí es esencial para cosechar los frutos de mi crecimiento.
Aunque el camino a veces se dibuje difícil y parezca un cliché decirlo, lo verdaderamente enriquecedor es el proceso mismo. Visualizo mi travesía como un espiral, en el cual hay ascensos y descensos; ya que, siempre estamos en constante movimiento. Este pensamiento me ancla en el presente, me invita a soltar las cargas que trae el mundo y las expectativas que, a menudo, me impongo a mí misma.
Así, narraré este hermoso y, a la vez, tumultuoso viaje por lo artístico y en especial por la Javeriana. Reconoceré lo que fuí, soy y seré, aceptando todo lo que venga y provenga. He aprendido que incluso de las experiencias adversas, siempre hay lecciones que extraer y por esto en mi trayectoria artística y académica, el estilo de vida del House ha sido fundamental en mi proceso. No solo he encontrado en esta danza una forma de expresión personal, sino también una comunidad de amor y conexión. En este entorno, he aprendido que la verdadera esencia del arte reside en la unión y el apoyo mutuo. La filosofía del House me ha enseñado a valorarme a mí misma, a priorizar mis necesidades sin olvidar la importancia de contribuir al bienestar colectivo. Ya que esto es fundamental para poder aportar a la comunidad que el arte propicia. Conexiones, amor y apoyo mutuo son valores que abrazaré y cultivaré fervientemente.
Así, en el transcurso de este texto, compartiré aquellos momentos cruciales de mi carrera: aquellos en los que creí, crecí, creé y también caí. Mis pasiones y gustos más profundos florecerán aquí, dejando espacio para mis preguntas, muchas de las cuales aún no sé cómo resolver. Sin embargo, tengo fe en que un día lo sabré. También compartiré mis sueños, los cuales construyo con dedicación cada día. Aspiro a que este diálogo sea un reflejo de mis intereses y aprendizajes, un espacio donde la incertidumbre y la certeza puedan coexistir mientras continúo forjando mi camino en las Artes Escénicas.
Desde pequeña un ser móvil por la vida, carnavaleando, caminando, bailando, expresando, hasta incluso cantando (a pesar de que no lo haga del todo bien). Sintiendo una fuerte atracción por lo artístico, y por el simple hecho de hacer deporte, mover mi cuerpo siempre ha sido una necesidad.
Y es aquí donde me pregunto: Si quiero mover mi cuerpo toda mi existencia, ¿qué debería hacer para cuidarlo y mantenerlo? Y con esto no solo me refiero a mi cuerpo como primera instancia sino, también a mi mente, ya que es la facilitadora de hacer mi cuerpo mover al ritmo de mi vida. Siendo así, me pregunto ¿cuál es mi ritmo de vida?, ¿qué velocidad tiene? ¿qué estilo de vida es? ¿cómo es?, ¿cómo suena? ¿qué vibras tiene? ¿dónde se siente? Todo esto nace sobre la importancia por el cuidado, conocimiento de mi cuerpo y mente.
Yo siempre desde pequeña he percibido que mi ritmo de vida ha sido veloz teniendo sus momentos lentos y suaves, con tonalidades frescas, pero a la vez dulces, con su toque tropical que se vuelve profundo y en un punto, alborotado llegando a lo fluido con su tiempo. Un mundo de contrastes ¿no? Loco, pero lleno de experiencias y aventuras.
El House ha sido un punto de partida esencial en mi vida, y por eso es fundamental para mí hablar primero de él antes de profundizar en mi carrera. Desde que lo escuché por primera vez en el auto de mi padre, este se volvió esencial en mi formación, conectándome con la libertad, la improvisación y la exploración del cuerpo. El sonido de mi ritmo lo he venido descubriendo a medida del tiempo, ya que, por tantos contrastes, tengo una debilidad por muchos gustos particulares. Pero sobre todo el sonido y pasión más fuerte y poderoso para mí es el House, que es literalmente TODO. El House es contraste. Es alborotado, pero a la vez es armónico, es energético, pero a la vez balanceado, es misterioso, pero a la vez tan carismático, inició principalmente para una pequeña comunidad, pero a la vez es para todo el mundo, es una atmosfera, pero a la vez, es mi cuarto, causa escalofríos, pero a la vez es mi lugar seguro, es mi zona de confort, pero a la vez es un mundo lleno de posibilidades, es repetitivo, pero a la vez tan diverso, es íntimo, pero a la vez es una fiesta. Hoy es mi base creativa, donde fusiono distintos lenguajes y culturas para construir un discurso propio desde el movimiento. Gracias a mi formación en Artes Escénicas, he podido ampliar esa búsqueda, explorar nuevas corporalidades y construir un discurso propio desde la corporalidad.
Siendo así, al entrar a la Universidad, algunos miedos empezaron a salir, ya que me enfrentaba a nuevos retos, como el Ballet, ya que realmente eran posiciones super extremas a mi cuerpo, no lograba una fluidez y conexión con esa Técnica, sin embargo, a pesar de todos los baches que tuve con el ballet, me ayudó muchísimo a mi entendimiento de alargar mi cuerpo, siendo consciente de cada parte incluso, aquellas que no puedo ver, también me dio fuerza y limpieza. Otra Técnica que me dio pavor fue actuación, ya que esta realmente se salía de mi zona de confort, jamás antes había tenido tan de cerca esta Técnica, puesto que yo siempre me iba a la danza, sin embargo, poder experimentar con la actuación a inicios de carrera sacó lados de mi diferentes, como nuevas inseguridades de hablar en público, de expresar mi opinión ya que, yo sentía que no era tan valiosa como otras. A pesar de toda esa vivencia dejó en mí semillas donde más adelante les contaré como florecieron. En el contemporáneo, tuve un amor y duda, ya que no sabía lo que era como tal la Técnica, para mí era muy difusa, pero al tiempo me encantaba porque sentía que todo el tiempo estaba explorando y podía ser libre, de él rescato muchísimas cosas, como fluidez, entendimiento de mis pesos en cuestión del piso y desequilibrios.
En esos primeros pasitos por la universidad fui reconociendo mi cuerpo en una gran medida, pude ser consciente realmente de cómo mover mi cuerpo, aun no sabía por qué y para que, sin embargo, ya estaba entendiendo mejor de qué manera se relaciona mi cuerpo en cuestiones de danza y al tiempo del cómo se acomoda mi voz, carácter y tono al momento de actuar. Un punto muy importante para esta época de la universidad y creo que, durante toda mi carrera, fue mi autopercepción, de cómo me sentía con respecto a mis capacidades y la de los demás, de cómo se pone en juego, mi talento vs mi disciplina, de mi cansancio vs mi energía, de mi pereza vs la pandemia, mi ego vs mis emociones. Empieza ahí un montón de preguntas y batallas internas por saber cómo podría ser artista o quien iba a ser yo cuando sea más grande.
En ese revuelto de sensaciones voy navegando durante mi proceso. Cuando por fin ya tengo la libertad de decidir qué materias quiero ver y que camino elegir, empiezo a nadar en un mar abierto, llena de emociones, nuevas expectativas, sueños, miedos y anhelos. En los siguientes semestres de la carrera, me dispongo a explorar y a ver las materias que más me han llamado la atención, también aquellas que me retan como artista y como persona. He tenido una formación variada, con mayor énfasis en la danza, pero sin dejar a un lado otras disciplinas, lo que me ha permitido sentirme integral. Aun así, reconozco que para profundizar técnicamente es necesario enfocarse más. Esta exploración diversa me ha ayudado a descubrir áreas que deseo seguir investigando, como la improvisación teatral, el freestyle dance, el clown y la creación de personajes.
Siendo así, mi proceso ha venido en un flujo constante y fuerte por la improvisación, tanto en la danza como en la actuación. Materias como Laboratorio de danza improvisación, Laboratorio de Laban y Laboratorio de Composición coreográfica, me han dado muchas herramientas para mi danza improvisada, he tenido la fortuna de utilizar un motón de pautas dadas por Laban, como: manejo de mis pesos, de mi dirección, de mis líneas, del flujo de movimiento, haciéndome reconocer cuales son mis motores de movimiento principales, que son mis caderas, hombros y pecho. Gracias a todos estos Laboratorios también fui consciente de mis repeticiones, de cómo me gusta moverme, de mis tiempos en relación con mi cuerpo, que sin duda son contrastes. También gracias a composición coreográfica descubrí que una de mis maneras de creación es a través de la improvisación, ya que al conectarme con mi esencia de moverme con relación a diferentes estímulos me permite entrar en una atmosfera de creación, y pese que muchas veces no recuerde muy bien lo que hice, lo que más se me queda en mí es la sensación de lo que acabo de improvisar, y con eso me permito jugar y crear por medio de mis sensaciones. Disfruto improvisar con todo tipo de sonidos, desde música variada hasta ruidos cotidianos, pero especialmente con House, técnica en la que tengo una base sólida gracias a años de formación. He aprendido de maestros como Jose Q Faces, Faiska, Hikke y Geral Román, a quienes agradezco profundamente por aportar a mi proceso con tanto respeto y generosidad.
Por otra parte, en la improvisación con la actuación ha sido un mundo totalmente nuevo, que en un principio tenía mucho miedo de dar el paso a abrirme y lanzarme a jugar, porque realmente es jugar, pero en serio. Es escuchar, aceptar, proponer, explorar, acompañar y apoyarse. Congenié mucho con la Técnica de improvisación teatral con Felipe Correa y puedo decir que fue la mejor materia que vi en la universidad, fue una luz en medio de la oscuridad, ya que en esa época estaba pasando momentos difíciles en mi vida personal, esa clase me hizo sacar una versión que no conocía de mí en cuestiones artísticas en actuación, como: el ser arriesgada, espontanea, confiada, y tranquila. En esa clase pude ser yo en esencia, con mi risa, mi parte atrevida y ligera. Me causaba mariposas cada vez que salía a improvisar, sin embargo, era la sensación más deliciosa que podía sentir.
Un aspecto muy importante fue el grupo de clase, ya que con él se generó una comunidad y red de apoyo, donde sé que todos nos sentíamos en confianza para jugar y explorar sin sentirnos juzgados. Hasta incluso celebrábamos todos nuestros errores, esto generó una atmósfera excelente para un ambiente de aprendizaje más sano. Por eso para mí es tan importante hacer una comunidad sana y segura. Gracias a esa Técnica aprendí a soltar mi voz con relación a mi cuerpo, me permití ingresar a zonas íntimas de mis emociones a través de las improvisaciones con mis compañeros, pude aprender a construir una escena donde estén los personajes, el rol, el objetivo y lugar, a jugar con los estatus y a construir espacios imaginarios, pero sobre todo aprendí a gozarme en escena, a aceptarme y aceptar a los demás a reconocer mis muletillas y a transformarlas porque a través del juego hay un sin fin de posibilidades. Otra materia en la que floreció mi improvisación fue en el Laboratorio de creación de personaje con Brunilda Zapata. Cada audición y puesta en escena era un espacio para explorar, arriesgarse y lanzarse al juego. Desde el primer momento, crear un personaje implicaba improvisar: imaginar quién es, construir su historia y probar distintas posibilidades. Para mí, este proceso se resume en tres palabras: crear, caer y creer. Crear desde la intuición, caer sin miedo al error y creer en lo que se está viviendo en escena. Lo más valioso que me llevo de este laboratorio es el impulso a salir de mi zona de confort, asumir riesgos, separar mi persona del personaje sin juzgarlo y aceptar todo lo que surge en el juego de la improvisación, con autenticidad y conexión. Me quedan muchas preguntas de ¿cómo crear un personaje y mantenerlo por largas sesiones? O ¿cómo aislar mi voz de mi persona a la del personaje? ¿También de mi corporalidad sobre la del personaje? Son preguntas que sé que seguiré ahondando. Descubrí que la conexión se construye, se habita y se improvisa. Improvisamos para resolver, para aprender y para vivir. Aunque existan reglas, siempre hay infinitas formas de habitarlas, y eso se logra a través del juego. Lo comprendí especialmente en la clase de actuación para la cámara, donde debía conectar con el presente, con mi compañero y con un guion, todo al mismo tiempo. Fue un gran reto: enfrentar mi voz, mi memoria y el miedo al juicio ajeno.
Pero gracias a la improvisación, logré soltar mis nervios, fluir en escena y vincularme con autenticidad. Al final, entendí que ese proceso era necesario para aprender a mirarme con orgullo y aceptarme.
Hablando de conexiones y fluidez, pienso en los distintos ensambles que viví a lo largo de mi carrera. Algunos más armoniosos que otros, pero todos dejaron en mí un aprendizaje. Lo que siempre estuvo presente fue la importancia de la comunidad. Para que esta florezca, es necesario crear un espacio seguro, aunque no todos se lleven bien. Aprendí que las diferencias no deben separar, sino que pueden ser puentes si se trabaja con respeto y sensibilidad.
No puedo negar que en varios ensambles hubo roces, egos, preferencias y silencios que me afectaron. A veces me sentí invisibilizada o ignorada por docentes. Eso generó inseguridades. Pero también me enseñó a darme mi lugar, a reconocer que la luz que tengo no necesita apagarse para que otros brillen. Aprendí a dejarme ver sin máscaras, sin expectativas. A confiar en mi proceso, porque todo esfuerzo al final vale la pena. Aún hay días en los que lucho con esas inseguridades, pero sé que en cada paso he creado, caído y creído.
Agradezco especialmente a cuatro ensambles que marcaron mi camino:
Para finalizar, reconozco que mi cuerpo ha mutado: ha aprendido a fluir, a no quedarse quieto, a encontrar belleza en lo simple y verdad en lo exagerado. Hoy me siento más fuerte, más consciente, más sutil. Sobre todo, he aprendido a entregarme: a la escena, a los otros cuerpos, a lo incierto y que crear con otros es, muchas veces, ceder, escuchar, confiar. La escena se ha vuelto un lugar sagrado, donde mis memorias, dudas, dolores y sueños toman forma. He encontrado mi voz en el gesto, en la mirada, en el silencio que habla desde el cuerpo. Comprendí que la comunidad se construye no solo desde el afecto, sino también desde la diferencia. Al mirar este recorrido, abrazo con gratitud cada clase, cada tropiezo, cada hallazgo. Cada espacio académico sembró en mí una semilla, una pregunta, una posibilidad. Siendo sí, entre todos los ejes, uno que al inicio me parecía abstracto hoy se vuelve esencial: la somática. Lo que empezó como un concepto lejano, ahora es brújula interna y sostén vital. Entretejida con el yoga y la meditación, me ha enseñado a habitarme, a moverme desde el presente, con amor y con consciencia. La somática es ya un pilar en mi práctica artística y en mi forma de estar en el mundo. Mi camino ha sido una espiral, y aunque a veces el vértigo del viaje me haya hecho dudar, hoy sé que cada giro ha sido necesario. Me celebro por la valentía de explorar, por la humildad de caer, por la pasión que aún arde al improvisar. Reconozco con ternura mis contrastes, mis miedos, mis deseos, y me comprometo a seguir explorando el arte como un puente hacia lo profundo, hacia lo humano, hacia lo sagrado, desde mi carisma, mi risa y mi ser. Porque ser artista, para mí, es seguir preguntándome con cada movimiento: ¿quién soy hoy, y cómo vibra mi cuerpo al decirlo?
Gracias a todas las personas, espacios y momentos que han sido parte de esta travesía. Y en especial, a mi mamá. Gracias por estar conmigo desde el primer momento en que elegí este camino. Has sido un pilar inquebrantable a lo largo de mi vida, y especialmente en mi etapa universitaria. Eres mi ejemplo a seguir: por tu dedicación incansable, tu disciplina, tu amor profundo y tu fortaleza admirable. Me has enseñado a enfrentar la vida con valentía y corazón. Gracias a ti, he aprendido a crecer de muchas maneras; has sido una verdadera maestra de vida, guiándome con tu sabiduría silenciosa y tu poder constante. Eres la luz de mi camino, la persona más justa, sensible y fuerte que jamás he conocido. Gracias por tu paciencia infinita, por soportarme incluso en esos días en los que ni yo misma puedo hacerlo. Gracias por no soltarme nunca, por creer en mí cuando más lo necesito, por darme valor, y por recordarme cada día que sí puedo lograrlo. Gracias también por ser mi manager #1, por interesarte en el arte por apoyarme, por ser incondicional en cada paso. Te quiero con todo mi corazón. Eres mi motor, mi impulso, mi inspiración eterna. Sin ti no hubiera sido posible, has sido, sin duda, la mejor mamá del mundo.
Y a mi papá, gracias por ser el alma de la fiesta, por tu carisma contagioso, tu alegría constante y tu incansable dedicación. Gracias por apoyarme en mi arte desde que era una niña, por sembrar en mí el amor por la danza, por ser parte esencial de esta pasión que hoy me mueve.
No sé si alguna vez te lo dije, pero gracias por ponerme House en el carro cuando era pequeña, ¡qué buen gusto musical heredé! Esos sonidos se quedaron en mí como una herencia viva, latiendo en cada paso. Gracias por ser un papá tan amoroso, siempre atento, siempre presente. Te quiero muchísimo. Y gracias, de corazón, por hacer posible mi estudio y mi formación durante todos estos años. Tu apoyo ha sido clave para que hoy esté aquí, bailando con el alma y soñando con los pies en la tierra.
Gracias a Felipe Gonzalez, por siempre creer en mí, por brindarme tu amor y compromiso, por ser una guía de sabiduría y nobleza, durante casi toda mi carrera, te llevo en mi corazón y en mi arte. Gracias a Mariana Hernández por ser una inspiración, una amiga del corazón y una gran persona, gracias por ser un soporte en mi arte, espero seguirlo compartiendo sueños juntas, lo que creamos lo logramos. Gracias a Juanita Godoy por ser una persona tan incondicional, tan aterrizada y elevada al mismo tiempo, compartir mi carrera contigo me enseñó a ver perspectivas diferentes, que cruzarnos no fue cuestión de suerte si no decisión, te llevo siempre y se que construiremos grandes sueños.